miércoles, 8 de marzo de 2023

Mi última carta al Monseñor Pío Espina Leupold.

09-03-2023/4:50am 

Ave María Mons. Pío, si se lo preguntaba, yo soy el hijo de la dama que le preguntó hace unos días cuándo iba a venir a Chile. A usted ya le he mandado cuáles son mis deseos y aspiraciones como un católico tradicional. No puedo esperar a verlo el mes de Mayo, pero tengo unas dudas tajantes que necesito respondidas ahora, y son:
¿Dios quiere revertir el caos y la confusión? Osea, ¿quiere Dios permitirnos restaurar las cosas a como eran antes?
Él permitió que ocurriese toda la herejía del conciliábulo del vaticano II, porque tenía que ocurrir antes de la parusía, ¿va dejarnos mejorar la situación? ¿O dejará que todo siga igual?

Antes de todo, un poco de contexto para explicar mejor mi idea. Partiendo de explicar porqué en mis otros correos dí tanta obsesión con evangelizar el país nipón en específico. Esto es por el Papa Gregorio XII, y su sucesor Sixto V, que tenían especial preocupación de ésta nación. Y creo que con bastante razón, ya que en su momento representó una victoria gigantesca frente a los países protestantes, "nosotros hemos cumplido el dictamen de evangelizar todas las naciones" decían. Es legendario el momento cuando el rey Felipe II recibió a los primeros embajadores japoneses con un abrazo, el hombre que en su época era el más poderoso del mundo se mostró con una familiaridad así de grande. Porque al ser de las últimas naciones en recibir las Buenas Noticias, son la última joya en la corona de la cristiandad.

Yo lo que quiero es restaurar el catolicismo devuelta a ésta época, cuando todo iba viento en popa. Antes de las mal llamadas "guerras independistas" más bien guerras civiles empezadas por traidores a la patria y al rey, los falsos libertadores como bolivar que quería vender américa a los herejes anglosajones. Yo quería seguir, quería marchar bajo un rey para restaurar todo a su debido lugar. Pero, ¿Dios quiere ésto? ¿Nos va a dejar restaurar la gloria de la iglesia a como era en los años mil quinientos? Yo creo que no, porque tiene que cumplirse lo que dice Nuestro Señor, "cuando venga el hijo del hombre, crees tú, ¿que encontrará fe en la tierra?". Una última edad de oro, una restauración de la iglesia, eso es imposible con esto en mente, ¿o me equivoco? Dígamelo por amor a la verdad.

Hace unos meses me enojaba pensando en cómo es que parece estar tan invisible la postura sedevacante, que firmemente sostengo como la única conclusión lógica a la crisis actual. Pero luchar por ésta postura creo que es un esfuerzo que se quedará infructífero si es Dios mismo quien no desea que se propague. Y tampoco la llamaré una "pelea" o "combate", aunque en efecto sí tenemos una guerra contra las mundipotestades del mundo, no contra gente de carne y hueso, como dice san Pablo. Mas por eso mismo yo quería combatir contra algo visible, porque sería una batalla infinitamente más fácil. Pero, si no puedo actuar total y completamente, como un desquiciado, por la expansión de la fe verdadera, derramando mi sangre real y no metafórica, entonces ¿en verdad estoy peleando? Yo siento que no.

Todavía estoy dispuesto a entrevistarme con usted, pero, dígame, ¿vale la pena pelear por su causa, si Dios no va a dejar que se difundan nuestras ideas más allá de unos pocos? ¿Si Dios no va a dejar que volvamos al auge del cristianismo? ¿No están todas las personas que buscan un regreso a la tradición, perdiendo su tiempo entonces? Creo que estoy cayendo en la herejía de calvino al pensar de forma tan fatalista, pero no estoy diciendo que es inutil el proselitismo en lo absoluto, sólo que nunca vamos a poder recuperar el imperio católico de antaño. Y no estoy dispuesto a vivir por algo a lo que no vale la pena derramarle mi vida entera.

He estado pensando en irme a un conservatorio y dedicarme a la música, como mi abuelo. Porque ahí sí que podré darme por completo a una misión y sí voy a poder avanzar hacia un objetivo. Si en lugar de eso me dedicará a la prédica como yo originalmente quería, no lograría expandir la fe católica en lo absoluto, porque claramente Dios no quiere restaurar las cosas a como eran antes. Y no estoy despreciando el rebaño pequeño, solo digo que si luchamos por traer devuelta la tradición, creo necesario traer el contexto en donde se desenvolvió la tradición en primer lugar. Sin ello, sería sólo un juego.

Porque si es imposible una restauración de la iglesia entonces, ¿para qué pelear? Si la restauración sólo puede venir en la parusía con Jesucristo, entonces, no quiero vivir. Preferiría dormir hasta la segunda venida. Ya no importa, no importa nada de esto importa.

No hay momentum, no hay energía, no hay razón de actuar. Dios no va a revertir el caos, nos abandonó. Nos ha dejado para ocuparse de otras cosas de seguro. Qué importamos como para que nos dé una última edad de oro, cuando merecemos todos estos castigos y mucho más. No nos va a dar un último gozo antes de la persecución final. Igual y ya fue la persecución, ojalá ya haya ocurrido, no quiero vivir a través de cosas incluso peores. Pero si Dios quiere, lo haré supongo.

No siento que esté actuando de forma que mis actos lleguen a alguna conclusión que tenga sentido. La vida puede ser interrumpida y nada especial va a ocurrir antes del corte. Nada pasa nunca. No puedo convertir a una sola persona totalmente a la Verdad, no creo que pueda convertir razas enteras. No era plausible que escucharan mi sugerencia de armar una orden para esta época, tendría que suceder un milagro para que escucharan o quieran cambiar su estrategia. Es que los sedevacantistas, los únicos con la postura correcta, no han cambiado su manera de actuar en años, ¿por qué iban a cambiar su manera de actuar ahora? Todos los tradicionalistas se van juntando, en sus círculos, y el mundo después de sus juntas continúa exactamente igual a como era antes de que se juntaran. Lo mismo pasará en cuando usted venga a Chile este Mayo.

Ya sólo quiero que el DÍA que es de la IRA venga ya porque estoy más que enojado con todo en este mundo y su asquerosidades y abominaciones desoladoras. No tengo más que odio a todo, mis días los paso con sufrimiento y dolor, mi vida es pura fatiga cuando pienso en la situación actual. Cuando veo lo que está presente en nuestros hogares, en nuestro día a día, no entiendo cómo es que están tan calmados, cómo es que pueden vivir. Ya no puedo vivir. Ya no quiero vivir. Ya no tengo calma, ya no tengo paz, ya sólo Dios puede sacarme de ésta mundanidad.

Si quiere respóndame, pero ahora ya no espero nada de nadie.

Ya no me quedan maneras de hacer frente a esto, no me queda nada. Veo por los ojos, pero no estoy viviendo lo que veo.