miércoles, 15 de marzo de 2023

Diario 34

Sigo soñando, a pesar de que me gustaría considerarme un hombre práctico.
 
Soy muy nefelibato a veces con el restauracionismo eclesial. Pero creo que mi deseo está rayano a lo insalubre. Ya no sé cuántas veces he dicho que debería de buscar la santificación personal antes que la total restauración de la gloria antigua. Pero ahora lo digo en serio. Ya basta de fantasías sobre un triunfo visible sobre las fuerzas ímpias del mundo contra las cuales luchamos. El teatro de guerra más importante es el corazón de uno mismo. Tendré mi victoria arrolladora sobre éste frente y lo gozaré.
 
Citando a Plineando, sobre lo que un maestro le dijo a san Clemente Hofbauer:  
La amenaza: usted tendrá que predicar ante bancos vacíos. Es lo que nos dicen también ahora, la doctrina de ustedes no es capaz de arrastrar a los hombres de hoy. La posición [de Hofbauer] es la del contrarrevolucionario combatiendo la mentalidad del ceder para no perder, no cediendo ante la amenaza de quedarse sólo frente a la mayoría de la opinión pública.
 
Soy un soñador, un contrarrevolucionario, un tradicionalista, un deseoso restaurador. Sé que no tengo el derecho a saber si habrá o no época de paz pronto. Solo sé que la primera batalla puede ser la última, y ésta se libra en espíritu. Haré lo que el Mons. Pío me dijo que hiciera. La santificación personal no es una meta interregina a la que podemos optar por hacer antes del Movimiento Parusiáco. La Santificación personal y Sacralización del mundo son ambas obligaciones nuestras en ésta vida. Sería una antinomia pensar otra cosa.

No quiero darme por vencido y dejar en nada todo mi esfuerzo por la evangelización, al fin y al cabo la maduración de las conciencias no es empresa fácil, dejar las cosas ahora solo muestra mi falta de ímpetu para la misión evangélica. Pero simplemente mi versión de lo que es el proselitismo no parece ser apta a la opinión Divina.

Queda claro, que ahora en más, no tengo ni familia, ni nación, ni nada. Estoy sólo yo en el mundo, pero al menos tengo alguien que aboga por mí en el cielo, la Santísima Virgen María. Realmente el rosario es lo único que me ha mantenido cuerdo todos estos días, ¿cómo puede vivir la gente sin él? Están como sin abrigo en la intemperie, sin un rosario en el mundo. 
 
Ayer mi tío me respondió de que no lo ha rezado como le recomendé, ni siquiera reza un simple pater. Ésto me parece tan raro. Pero bueno, el rosario es marca de predestinación, no puedo esperar que todos lo usen. Pero de verdad, ni un paternoster reza.

En Mayo Mons. Espina va a venir a Chile, me prometió una entrevista. Y ahora sé justo cómo explicarme. La verdadera pregunta no era "¿Querrá Dios?" era "¿Me dejará Dios?" Lo que yo quiero es pelear, por la razón o la fuerza, restaurar la iglesia, eso quiero. Porque yo tengo la capacidad de elegir, y elegí eso. Pero si no me lo confirma Dios, no puedo actuar. 

Ahí se acabará ya esta ambivalencia de una buena vez ¡Dios queriendo!

Solo no quiero verme como un cobarde ante mi Señor. Por eso quiero pelear, para demostrar mi valía. Pero mis deseos son vivir en paz y armonía. Esta disonancia cognitiva me tiene harto. 

Citando como dice el Libro de la Sabiduría: 
Un alfarero, manejando la blanca greda, forma de ella, a costa de su trabajo, toda suerte de vasijas para nuestros usos; y de un mismo barro hace vasos que sirven para cosas limpias, e igualmente otros para cosas que no lo son; siendo el alfarero el árbitro del destino que han de tener los vasos.
 
Le corresponde a Dios elegir por mí, y como leí en el blog Miles Christi, uno tiene que combatir con las armas que Él nos ha dado. Si Dios me da una azada, mi campo de batalla es la huerta. Si me diera espada es en la guerra. Ahora tengo que preguntarme, ¿qué tengo en mis manos? Lo mismo de siempre, ideas. Soy un hombre de ideas, hombre de deseos. Soy creativo, y creo que ya no me vale sentirme en total desacuerdo con aquello usando de escusa que Dios necesita guerreros. Dios nunca necesita nada, Él siempre puede proveerse de lo que requiera Su Providencia.

Ya pues, no seré un guerrero, seré un jardinero. Cuidaré de mis hortalizas, de mis flores y mis cultivos. Creo que mi preparación era para éste momento, necesitaba darme cuenta yo mismo de que no tengo que ser un soldado o comisariado. Puedo ser un humilde dogata como yo mismo describí en la entrada Ingeniería Civil. Mientras permanezca en Dios, mientras viva y crezca en Cristo Pantocrátor estaré pacífico, calmo. Soy por naturaleza belicoso, y por eso sé muy bien que lo mejor es siempre alejarse del conflicto y de las causas de los mismos, pero me sentía presionado por ir al conflicto del mundo actual y luchar. Ya no más.

Cantaré a mi Señor el cántico de Jorge Doré:

Dios de mis padres, Dios de mis abuelos,
fecundo rayo de esperanza mía,
refugio en mis momentos de agonía
y fuente de mis místicos consuelos.

Tú pones coto a todos mis desvelos,
me concedes la paz y la alegría
y al margen del cansancio y la apatía
me instas a elevarme hacia los cielos.

Faro de luz de la escabrosa historia
de un mundo que sin Tí se cae de bruces
sobre su propio estiércol y despojos.

Al precio de Tu sangre es que la gloria
se alcanza cuando amamos nuestras cruces
y a Ti elevamos nuestros fieles ojos.

Otra vez hoy estaba desesperanzado, pensando que mi abogada la Virgen no me escuchaba, le pedí que me librara ya de confusión, y lo ha hecho. Muy bien, mantengámonos así. Esto es lo que significa ser el soldado perfecto.