viernes, 3 de marzo de 2023

De la humildad eclesial.

Está bien querer crear si es sólo para Dios. Sólo el culto de Nuestro Señor merece nuestro todo. 
 Citando el blog de Plineando:
 
Las cosas terrenas espléndidas, magníficas, fueron hechas sobre todo para el culto a Dios más que para el uso de los hombres. De tal manera que los inciensos mejores, los tejidos más estupendos, el oro y la plata más puros, los materiales más lujosos deben emplearse principalmente para el servicio de Dios y secundariamente para el adorno de la vida humana.
 
Ésto es el principio de la constantinización que es una excelente herramienta para la mortificación, la elevación del culto único y verdadero, una forma verídica de demostrar su pureza espiritual por medio de la pulcritud terrenal. Que lástima que éste símbolo hoy en día se encuentre en desuso, ya que los que se suscriben a la falsedad del igualismo pururan un tufo que lo ha eclipsado por completo. Con una fachada de humildad tapan la nobleza innata en la religión verdadera, mas su verdadero objetivo es quebrar la dignidad de la Iglesia, citando de nuevo al susodicho:
 
Es el miserabilismo el cual sustenta que la Iglesia no debe ser oficial, debe ser humilde, debe ser una sociedad particular como otra cualquiera, no debe gozar de honras ni de protección. Es la mentalidad de Judas Iscariote juzgando que como los pobres no pueden tener eso, nadie lo debe tener, ni Dios. 

Y es realmente una mentalidad Iscariota, porque es una burla a la verdadera humildad, he ahí el crux del asunto. Continúa:
 
Es el igualitarismo más monstruoso porque quiere establecer la igualdad entre los pobres y Dios. Esta actitud representa en el fondo una posición de aniquilamiento. 
 
Ya que es el espíritu del mundo busca empujar más allá de lo asequible al hombre para confundirlo, para hacerlo pensar que el defallecimiento radical es aceptable y demandado, lo que desemboca en la inacción, algo paradójico con las palabras de Cristo, que nos mandan a que actuemos en el mundo de forma racional y haciendo un uso medido de las cosas para nuestra vida. Su cruz es fácil y ligera después de todo.
 
Haciendo metafrásis a su último punto, digo que ésta falsa humildad está para quitarle a la Iglesia lo que se merece, y en la mente del pueblo difundirse. Pero al probarla ve cualquiera que es realmente amarga, alejando a la gente de su posición natural ante Dios para que busquen consuelo que no encuentran en otro lado. Para que todo lo que es bello al ojo no esté en mano de Dios, de donde podemos comer tranquilamente, sino carente de todo ello de forma tal que la gente apostate.
 
En resumen, no hay que empujarse más allá de donde podemos pararnos por gracia Divina.