jueves, 9 de marzo de 2023

Las reglas para la ficción.

Ya cansado de lo que puede o no ser la ficción, he decidido prescribir un conjunto de reglas para la ficción, sacando de las encíclicas Vigilanti Cura y Miranda Prorsus, de Pío XI y XII respectivamente.

Con esto, creo que la ficción no debe jamás caer en:
-ataques a las rectas costumbres cristianas, o que de algún modo persuadiese su violación.
-ataques a la ley natural humana, o que de algún modo persuadiese su violación.
-ofensas al sentimiento moral y religioso.
-aquello que es contrario al espíritu cristiano y a sus principios éticos.
-aquello que alabe las concupiscencias y los placeres.
-aquello que ofrezca ocasión de pecado.
-aquello que induzca a los jóvenes al camino del mal.
-aquello que exponga la vida bajo una falsa luz.
-aquello que ofusque los ideales verdaderos.
-aquello que destruya el puro amor, el respeto al matrimonio y el afecto para la familia.
-aquello que cree prejuicios entre los individuos y disidencias entre las naciones, entre las clases sociales y entre las razas enteras.

Mientras tanto, las buenas ficciones, por el contrario han de:
-ser construidas con principios cristianos.
-seguir las normas de la educación cristiana.
-ser conducidas con competencia didáctica y cultural.
-ser dignas del hombre racional, conformándose con la integridad de las costumbres.
-procurar suscitar en nuestro ánimo sentimientos nobles.
-ejercer una influencia profundamente moralizadora.
-suscitar nobles ideales de vida.
-difundir preciosas nociones
-aumentar los conocimientos de la historia y de las bellezas del país propio o del ajeno.
-presentar la verdad y la virtud bajo una forma atrayente.
-crear, o por lo menos favorecer, una comprensión entre las naciones y las clases sociales y las razas
-promover la causa de la justicia.
-excitar a la virtud.
-contribuir con ayuda positiva al mejoramiento moral y social del mundo.

¿Cuántas obras no pueden pasar por ninguna de estas máximas? La basta mayoría diría yo.