jueves, 9 de marzo de 2023

Diario 30

Qué quiere Dios de mí, no sé. Qué hago. No, sé. Adónde voy. No, sé. No sé, creo que simplemente me dedicaré a algo que pueda tirar todo mi tiempo a ello y lograr hacer algo.

Música, eso haré. Y, si no, también puedo volver a practicar artes marciales, cómo irían unas clases de karate? Mis escritos, no sé que hacer con ellos, no se me ocurre.

Tenía en mente hacer una serie web, tal vez la haga, tal vez no. No tengo planes, realmente la Providencia me ha estado moviendo toda la vida. Qué hago ahora? Si Dios me diera el poder, mataría a todos y cada uno de ellos, los mataría con mis propias manos. Tienen que pagar, tienen que morir, no quiero salvarlos, quiero condenarlos, sin perdón.

Pensé en una historia, que trataría de un hombre evangelizando unas devotas de un templete nipón, y conseguiría casarse con una de ellas. Demasiado fantasioso, me he vedado de proseguir con la historia.

Estaba muy desanimado hoynoche, hasta que comí una tostada y tomé dos vasos de jugo. Cosa que me había prohibido, el comer a medianoche, pero la Providencia me lo permitió ésta vez. Realmente Dios es amor, realmente, una sola cosa tan simple me devuelve el ímpetu, me regresa los sentidos, me despierta de la desesperanza y me atrae a Dios. La necesidad justa trasciende la ley.

Creo que estoy muy nervioso, pensando constantemente que el día de mañana puede ser el fin de los tiempos. Pero creo que mejor es simplemente buscar una santificación personal, que me permita vivir mis días en paz, ya no me importa saber o no saber, no me interesa eso. Sólo me interesa lograr, crear con Dios.

Tengo cosas que pueden ocuparme, no hay porqué pensar que el fin está cerca. Quiero una vida fácil, feliz y contento, y la voy a tener. No me importa lo que Dios diga a eso, si Él es perfección y justicia, entonces Él verá que ahora merezco ser feliz y me ayudará a alcanzar la plenitud, y me auxiliará para no perder el derecho a la alegría.

Se lo pedí, le pedí que me hiciera sentir mejor, y lo hizo, realmente lo hizo. Cuando pides pan, sí te escucha.