domingo, 5 de febrero de 2023

La composición del alma según cuenta Jesucristo a san Brígida de Suecia.

 La siguiente definición es una armonización de lo que se describe en el libro de las revelaciones de san Bridget. Aplique entendimiento.


La composición del alma está compuesta por tres partes: memoria, conciencia, y lógica. El uso de la memoria nos hace comprender el pasado, la conciencia el presente, y la lógica el futuro. Un alma sana tiene estos tres factores enfocados en adorar a Dios. Del alma nace el corazón, que nosotros tomamos a significar el deseo, el corazón de los Santos está en Dios, ya que ese es el tipo de corazón santo que puede formar un humano. El corazón de Cristo es distinto, ya que el corazón de todos los Santos, tomando de ejemplo máximo el Corazón Inmaculado, ama a Dios sobre todas las cosas, el corazón de Jesucristo ama a su creación, este amor dicótomo es de donde viene el resumen de la ley y los profetas, amar a Dios sobre todas las cosas, y amar al prójimo como Dios nos ha amado.

El alma y el corazón forman el espíritu. Para que el Espíritu Santo habite conjuntamente con él, debe el corazón del adepto tener tres cosas, que son símbolo de tres deseos: uno es la lámpara que nunca se apaga que es la presencia del Señor, gracias a ella no faltará óleo sobre nuestra cabeza, tendremos siempre en mente la omnipotencia del Altísimo, es el recuerdo de la omnipotencia de Dios. Segundo es la silla donde debemos sentarnos a hablar con Jesús, teniendo en cuenta su Pasión y su amor eterno por nosotros, debemos de darle lugar donde reposar para hablar con Él, y esto lo aremos siempre cuando rezamos, ahí meditamos la palabra del Señor, porque estar de pie siempre es innatural también es innatural preocuparse sólo de cosas temporales y tener interés sólo en cosas efímeras. Tercero, debe tener un lecho donde descansar, debe el espíritu del adepto respirar el alivio al recordad la finalidad de sus días, el final de su tiempo, la mortalidad y fragilidad del cuerpo, es el recuerdo del final, que ésta vida es temporal, y todas las labores en la tierra se terminarán. A la hora de rezar debe uno tener estos tres elementos presentes para dar al Señor su habitáculo que le corresponde.

Con estos tres ítems en el corazón, el Paráclito del Señor puede habitar en uno, y ahí comunicará al alma sus dones, sus virtudes, sus misterios, y su regalos; mas la presencia del Espíritu Santo puede marcharse si el corazón no está donde debería estar, y también ya que el alma de uno tiene que magnificar siempre al Señor, esto es, tiene el alma de uno ser pulcra como un espejo para que cuando la luz de luces la ilumine, ésta de su propia voluntad le redirija su luz. Y ya que el alma en su estado natural está en pecado original, debe limpiarse por el bautismo para que sirva de genuino espejo, y tiene que sostener en su tercio de lógica un entendimiento del dogma católico básico para que el alma tenga su gloria en el Señor, y alabe a Dios de la forma en la que Dios busca ser alabado.