sábado, 28 de enero de 2023

Diario 1

 Día cuarto, mediodía.

Me encuentro con ganas de hablar. Empezando por lo más concerniente, el 15 de Marzo de este año iré a Argentina, Córdoba, Molinari, a la iglesia San José. Ahí el obispo Pío Espina Leupold dijo que podía entrar a seminario.

No tengo yo realmente deseos de nada en esta tierra, siento pues que tengo yo una responsabilidad simple, y es laburar. Y mejor es trabajar en la sociedad de Dios que la sociedad de los hombres.

No creo que pueda hacer nada sin la ayuda del de arriba, así que antes de ir he decidido que desde el 25 de Enero (he aquí el por qué está titulada la entrada con 'día cuarto') hasta la fecha apuntada, gastaré yo 3 veces al día rezar un Memorare pidiendo que se haga la justicia de Dios sobre la tierra, tras lo cual añado 40 golpes al lomo con una cadena, más una vez al día el rosario Fransiscano (también llamado Seráfico) de forma pues, que una vez llegue el día de partir tendré 6000 cadenazos.

El 40 es un número de penitencia, y personalmente creo que deberíamos estar siempre en penitencia, ya que al fin y al cabo uno se comporta más devoto cuando está penitente que cuando está colmado de bienes. Y aparte, quita la penitencia, de mano con el sufrimiento en la tierra, al tiempo del purgatorio (según entiendo yo la doctrina).

Ahora, porqué ir a un seminario, ni yo mismo lo sé, recuerdo que el año pasado pasé un tiempo como si algo invisible me estuviera perturbando, lo cual cesó tras 42 semanas, (42 es justamente un número de sufrimiento, el número de capítulos del libro de Job, el número de días que estuvo en prisión San Ignacio). Y pues un día estaba escribiendo yo algunos datos extrabíblicos en mi cuadernillo, y llegó un hombre visiblemente dilucidado, que venía desde afuera de la capital. Me preguntó qué estaba haciendo, y yo dije lo primero que se me vino a la mente, (porque se me había ocurrido hace poco la idea de ir a un seminario a pesar de no saber qué era exactamente) le dije que estaba estudiando para un seminario, y él hombre me dice anota ésto, Mateo 24:14 estas buenas nuevas del reino llegarán a todas las naciones y entonces llegará el fin. También me dijo que anote Proverbios 3:5 confía en Dios con todo tu corazón y no te apoyes en tus propios entendimientos.

En el momento era lo que yo necesitaba escuchar, porque antes había pedido a Dios que me hablara con palabras de hombre y me diga qué hacer. Y ahí decidí yo hacerme predicador. Más ahí no tenía claro dónde era la iglesia católica (la única y verdadera fuera de la cual no hay salvación por cierto) y bueno, de ahí en adelante hasta el fin del año, estuve yo informándome de la secta deuterovaticana. 

No quiero profundizar en el tema, me es desagradable. 

 Ya pues, una vez tenga yo lo que deseo, lo cual es, servir a Dios, podré ser contento. Y les diré, que quiero yo servir a un verdadero vicario de Dios en la tierra, tomaré sus palabras como si vinieran del mismo Cristo. Nací para servir, mis rodillas y mi frente para estar en el piso, mis palmas para estar juntas, que no se preocupe uno por mí más de lo que se preocupa por un mueble, porque no tengo deseo alguno de servir a otro más que a Dios, nunca en mi vida he sido ni jamás seré tan feliz como lo soy cuando le obedezco.

Y bueno, ese es mi único propósito, más allá del cual no tengo yo nada pensado, realmente.