martes, 31 de enero de 2023

Diario 4

 Día séptimo, mañana

Cada mañana siempre hay un perro el cual hace sus necesidades en frente de nuestra puerta. Es realmente simbólico, el mundo nos quiere hacer pisar sus desechos tan pronto como nos levantamos. Si le das al mundo tan poco como un pelo de la cola te va a intentar estrangular con él. Así es el mundo, solo quiere la extinción de la humanidad, y nunca duerme, pasa la noche preparando todas las maneras que va usar para hacerte pisar su estiércol el día siguiente, y si no fuera por Dios tendríamos las suelas hediondas a heces.

Así, creo que la vida monástica me sentaría bien, de forma tal que no tenga nada que me pueda causar dificultad. Hay una alegoría muy buena en un libro apócrifo que dice algo así: Si vas a subir la montaña, no vayas con plata para que no te roben los ladrones, no vayas con carne para que no te ataquen los leones, ni con vegetales para que no te ataquen los toros.

Como fuese, tengo ganas de ir pronto a Argentina, le mandé un correo al Obispo, el Mons. Pío Espina Leupold, él me dirá cómo ocupar mi tiempo y podré pasar éste mes de Febrero y las dos semanas que separan mi ahora de mi futuro con más facilidad.

Dice la familia que no voy a ir y quedarme altiro, pero yo les digo que no, no pienso hacer dos piques de 14 horas ida y vuelta, ya dije en ésta otra entrada que me llena de dolo pensar en tener que ir y volver a Santiago; no quiero estar más tiempo en la urbe del hombre, mi corazón ansía el desierto y la pobreza del mundo, ansío la obediencia a un vicario que haga las veces de Cristo, que sea mi confesor, mi ayudador y yo seré su siervo.

Ayer durante mi vigilia, pensé en cómo debería ser el que entrase a mi orden (si alguna vez llegase a fundar una), tiene que ser más obediente que un dominico, más pobre que un franciscano, más mortificado que un cartujo, y más trabajador que un benedictino ¿Dónde en el mundo hay gente digna de tan alto llamado? Dios sabrá.

En otros temas, utilizaré éste blog como espacio para guardar todos mis trabajos de mi puño y letra, de forma que si alguien quiere ver lo que he dejado por escrito podrá venir acá y tenerlo todo. Habrán visto en mi carta para los Diamond del martes 22 de noviembre que sentía una felicidad especial con el rosario, era pues, como llevar un salvavidas en la mar, pero ahora siento que estoy en tierra firme. Lo que no sé si debería alegrarme o no, porque por un lado demuestra que me funcionó el rezo constante, pero por otro ahora no tengo el mismo fervor que antes, ya que ¿qué hago yo con un salvavidas en la playa? Ésto me molesta, quiero yo algo que hacer para vencer al ocio,  Mons. Pío ojalá me responda pronto.