Una cultura será tanto más rica cuanto más cercana a Dios sean las manifestaciones del hombre.
En las entradas que hablan de la preservación de información mencioné esto, de que es el católico el filtro supremo para discernir entre aquello que es de Dios y aquello que no lo es.
Resguardaremos en el castillo de nuestro corazón aquello útil solamente. Ya que el alma de cada hombre es un libro que tiene escrito todo lo que hace y el porqué lo hace, es que no creo que ahora haga falta escribir de nuestra fe para nosotros mismos, los misterios de Dios quedan mejor escritos en el corazón que en un libro. Y es mejor mantener vivo un recuerdo por medio de la práctica.
Lo único que hay en ésta vida es la concupiscencia de los ojos, la concupiscencia de la carne, y la soberbia del mundo. No necesitamos las frívolas bellezas de las épocas cristianas, sino las intrínsecas operaciones del alma de las cuales esas bellezas son el reflejo ahora póstumo.
Si el recuerdo de los amigos de Dios fuese desvanecido de la tierra, es porque Dios así lo permitió. El saber de la antigüedad clásica fue preservado en su momento por monjes de san Benito, con cuantas más ganas Dios preservará el saber de su propio culto y el amor de sus amigos los santos.
Como dijo Mons. Espina, si Dios quiere una época dorada para su iglesia ahora bendito sea, sino, bendito sea igualmente; no podemos pensar que sabemos lo que Él quiere en términos globales, pero es infinitamente más sencillo saber lo que quiere para nosotros individualmente.
Movámonos sin ver al mundo, casi como si no existieran las naciones, solo nosotros y nuestros conocidos. Porque somos seres finitos, le place a Dios vernos en nuestra pequeñez enfocados en cosas diminutas como uno.
Mantener la tradición no es una responsabilidad que pertenezca al catedrático, sino que pertenece al hombre simple, como dije en mi entrada "Japón", para la evangelización no se usa de la filosofía, se usa el ejemplo de una vida humilde.
Pero, ¿por qué es siquiera importante la tradición? Cito a Plineando:
La tradición es la suma del pasado y un presente. Hoy no debería ser la negación de ayer, sino su continuación armónica. La tradición no significa, por tanto, un mero apego al pasado, sino la transmisión, de una generación a otra, de una herencia de valores.
Son esos valores los que valen la pena, y esos valores nacen de la sólida fundación dogmática católica. Y es que para mí, la historia Europea que importa puede ser transmitida únicamente por tradición.
La tradición católica, es una tradición llena de vida. Una vida ardiente, natural y sobrenatural. Lo que está vivo necesita, para desarrollarse, un entorno favorable.
Como dijo el Padre Castellani, las religiones son algo más vivo que un estado, por eso según él la visión de Daniel muestra a los imperios como metales inertes y las religiones como animales vivos. Y es por esto que la religión ha de ser el fundamento más importante de la cultura, por ser esta algo vivo, porque las cosas vivas son vivas precisamente porque Dios es quien les 'respira' vida.
Una cultura muerta es la cultura que le pertenece al adversario, y ésta no merece existir. La verdadera política católica es subordinar todo a Cristo, incluso la cultura. No luchamos por una cultura determinada porque subjetivamente nos gusta más, no, luchamos por Dios, para que por derecho reine en los individuos y en la sociedad.
La cultura es algo que ningún mortal podrá controlar jamás; es Dios el que elije a los lideres de las naciones de todos los tamaños, es Dios el que dice quién vive y quién muere, es Dios quien dividió las naciones y por lo tanto es Él el que permite una cultura determinada o no.
Hay, en efecto, una pluralidad de culturas, así como hay múltiples especies animales. Y todas estas culturas correrán en una sola dirección, aquellos que intenten detenerlas son como un hombre solo tratando de detener una estampida.
